Que pises
el kilómetro cero de tus ganas, que sean sólo tuyas por una vez y de nadie más.
Que las obedezcas, las escuches, las dejes ir de la mano de tu instinto, las dejes
cuidarte, acariciarte, avivar las ascuas para protegerte del frío.
Que te
reconozcas, te reencuentres y no vuelvas a echarte de menos. 
Que tengas la
sensación de que ya nada más puede hacerte (tanto) daño y que no hay puertas cerradas
en tu camino. Un camino que yo no sé observar sin admiración: no busca más que estar, cuidar a los que pasen por
allí y marcar bien las huellas que deja. 
Que
no lo desdibujes por nadie, y que lo compartas con quien quieras. Que lo cuiden
tan bien como hasta ahora.
Te anticipo muchos días inolvidables, de los que
recuerdas con mezcla de nostalgia y agradecimiento. Tus pies van a dejar de
seguir un paso que mezcla las prisas con el miedo, para poco a poco, llevar el ritmo que
tú les marques. Está pasando, un día tras otro, cada vez más.
Que
nunca cambie la forma que tienes de estar en el mundo, a pesar de lo turbio, de
los temblores de piernas, que sigas encontrando en cada pesquisa motivos de sobra. 
Que,
aunque llegue sin avisar, el desorden te ayude a encontrar cosas que
nunca habías pensado y sea esa esencia tuya la que te lleve de nuevo hasta el punto de partida.
Que cuando
olvides el por qué o simplemente ya ni te importe, haya personas guía, o personas
puente, o abrigo o paraguas o paracaídas. Que siempre haya alguien.
Que
tus recuerdos sean siempre cosas bonitas, libros con fotos de cada momento especial.
Y que, si alguna vez se te anudan, seas capaz de querer esa tristeza hasta convertirla en cariño y en lazos fuertes. 
Que todo lo demás lo lances lejos, dónde sólo sea humo.
Que
disfrutes del otro lado de tu esfuerzo y sepas lo que te mereces. Que,
aunque no dejes de valorar tu trabajo, nunca te falten las ganas de más.
Que
el tiempo sea tu aliado y os cuidéis los dos, que tú lo aprecies y él te devuelva todo lo que has ido sembrando.
Que
sólo te detengas cuando lo necesites y que sigas siendo valiente para hacerlo
siempre que quieras. 
Que sigas viendo luz en la flaqueza, apretando los dientes contra el desafío, riéndote del desequilibrio, dibujando las cinco letras de tu nombre después de la palabra destino.
Que le eches pulsos al miedo para conseguir siempre, las mejores cosas.
Que le eches pulsos al miedo para conseguir siempre, las mejores cosas.
Que
sigas dando valor a lo acertado, y que no te abrumes ni te pellizques cuando
todo esto que te deseo, te pase...
...porque 
será 
 de verdad.