lunes, 29 de mayo de 2017

Bridges for distance


Y así es como te encuentras planeando de nuevo tu círculo imperfecto. Poniendo piedra trás piedra, sigues sin saber encajarlas bien y no te queda más remedio que dejar huequitos vacíos que agradece tu risa. Por ellos respira, entrevee el mundo y suelta carcajadas que salen volando y se pierden en el aire.

Pero tú ahora no ves eso, ves debilidad, una pared frágil y tambaleante. Y eso no puede ser, porque cada vez vienen los temporales con más viento, el tiempo loco no te deja predecir las estaciones; y claro, siempre te cogen por sorpresa. Así es imposible tener el muro preparado.

De repente aparecen olas gigantes que lo rebasan y empapan, y te dejan en un lugar nuevo: no reconoces lo que tienes al lado, pero puedes ver de lejos lo mucho que te gustaba tu recobijo anterior. No queda otra: volver a empezar. Busca la N, la S, reordena las coordenadas lo antes posible y reconócete en ellas: "¿Por qué no habré hecho el muro más alto? ¿Cómo no pude intentar que las piezas encajaran mejor?" No, así no.

¿Dónde estás? ¿Hacia dónde quieres ir?
Lo vas entendiendo...

A tu alrededor el mar parece tranquilo, y el sol calienta. Hay paz, equilibrio perfecto entre viento y marea.
Acéptalo, no has nacido para construir muros y ni siquiera se te da bien. En el fondo te gusta mojarte con el agua salada, aunque escueza. Respirar muy fuerte el viento, luchar contra él y rendirte de vez en cuando. Que los rayos te cieguen a veces, y empezar de nuevo. Pero aprendida, con un mapa más detallado de cómo se dibuja el mundo a tu alrededor.

Convivir con el viento, dejar el espacio justo, abrazar las dudas.

Miras al cielo y las nubes se están marchando con nombres y lecciones grabadas. Recoges el guiño de tu risa y los abrazos de siempre. Se van a sembrar un poco de caos a otros lugares y sabes que van a volver.

Y que no vas a estar preparada.