
Las personas corrientes no tienen tiempo para sentir, 
no siempre se dejan llevar, aceptan todo tal y como es.
Ceden su libertad: "que otros lo hagan por mi."
Les da igual creer o no en el amor, no se interrogan,
no buscan más allá, esperan sentados a que la vida les llegue.
No tienen miedo perder, ni tampoco a perderSE. 
Ven el vaso tan lleno o tan vacío como les enseñan que debe estar.
Pero lo más importante, es que las personas corrientes ni siquiera se dan cuenta de que necesitan dejar de serlo.